15 de junio de 2024

Cómo la IA podría ayudar a desatascar los centros de salud, y por qué todavía no lo hace
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Cómo la IA podría ayudar a desatascar los centros de salud, y por qué todavía no lo hace

La tecnología disponible ya es capaz de descargar de tareas burocráticas a los médicos y alerta de fallos u olvidos en un contexto de saturación de la Atención Primaria. Un médico presta atención al paciente mientras un programa de inteligencia artificial transcribe lo que dice, traduciéndolo a términos clínicos y anotándolo en su expediente. La propia IA va repasando los más de 20 años de historial de su ficha, advierte al doctor de antecedentes relevantes para el caso que se le habían pasado por ser muy antiguos, y va pidiendo las citas necesarias a los especialistas, que son validadas por el galeno con un clic. La escena es técnicamente posible hoy mismo, y podría convertirse en un potente aliado para paliar el atasco en la Atención Primaria que España sufre desde la pandemia. Pero todavía está lejos de ser una realidad en los centros de salud. Estar más pendientes de teclear que de mirar a la cara al paciente, no tener el suficiente tiempo para indagar en sus problemas, las interminables gestiones burocráticas que restan dedicación a los enfermos son algunas de las quejas recurrentes de los especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria que podrían resolverse casi de un plumazo con tecnologías que ya están en el mercado. Son tareas relativamente sencillas para la inteligencia artificial, con poco margen de error; gestiones del día a día que se suman a un inmenso potencial que, según todos los expertos, va a cambiar la forma de hacer medicina en los próximos años. Este ha sido uno de los grandes temas de debate en el 30º Congreso de la Sociedad Española de Medicina General y de Familia (SEMG), que se celebra estos días en A Coruña y al que EL PAÍS ha acudido invitado por la organización. Frente a esas posibilidades casi infinitas que brinda, en el encuentro también se han analizado las grandes barreras que dejan en una incógnita el cuándo se podrán empezar a usar en la práctica cotidiana: la seguridad de los datos clínicos, algunas implicaciones éticas, y la dificultad de cambiar los sistemas y procesos en una administración mastodóntica

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