Cajas negras pensantes
Artículo de opinión de Ernest Companys Sin buscarlo demasiado me veo escribiendo nuevamente sobre el miedo… El miedo que todos sentimos en mayor o menor medida ante la irrupción de esta sorprendente nueva tecnología que es la IA, y ante la incertidumbre del futuro que nos pueda deparar. Y es que en principio yo diría que se trata del mismo miedo que sentimos cada vez que aparece una nueva invención, especialmente si tiene pinta de disruptiva como es el caso. La primera reacción de nuestro cerebro reptiliano es recogerse y ponerse a la defensiva, pues desconocemos a lo que nos estamos enfrentando y por si acaso, empezamos por no acercarnos demasiado… Se trata del mismo miedo de siempre: el miedo ancestral a lo desconocido. Es la lógica reacción ante algo nuevo, extremadamente complejo y que nos cuesta entender y predecir su comportamiento y evolución futura. Pero en este caso el problema es más grave que en otras ocasiones pues ¡ni los mismos ingenieros, diseñadores y creadores del invento, entienden del todo cómo funciona! Y esto sí que es algo completamente nuevo… Sabemos que a grandes trazos funciona por “estadística, probabilidades”, o sea, manejo de ingentes cantidades de datos para encontrar patrones y “aprender” y responder según lo aprendido, pero no hay un algoritmo claro y definido sino solamente una “manera de manejar esos datos”, por lo que acabamos diciendo que se trata de una caja negra a la que le entregamos una información de entrada (input) y va a dar unas respuestas como salida (output), pero no comprendemos bien el proceso exacto por el que la IA llega a esos resultados. No conseguimos ya entender cómo funciona exactamente la máquina que inventamos Además los resultados van a ser distintos con cada nueva intentona (se pueden parecer pero no lograremos obtener la misma respuesta a la misma pregunta si la repetimos varias veces, como sí ocurriría en cambio con cualquier programa o algoritmo tradicional) de forma que el proceso deja de ser determinista y empezamos a sentir una cierta pérdida de control. Empiezan los nervios. Lo curioso es que en mi […]