La creciente integración de la IA en la vida cotidiana plantea preocupaciones sobre su demanda eléctrica. Según la Agencia Internacional de Energía, el consumo de electricidad de los centros de datos, la IA y las criptomonedas podría duplicarse para 2026. Las tecnologías de IA requieren mucha energía, lo que puede complicar los objetivos climáticos, pero también puede impulsar el uso de energías renovables.
Las empresas tecnológicas siguen encontrando nuevas formas de integrar la IA en nuestras vidas, desde motores de búsqueda hasta asistentes virtuales. Sin embargo, la creciente demanda eléctrica de la IA es motivo de preocupación. La IA puede consumir tanta energía como pequeños países, y algunos modelos poderosos pueden generar tanto dióxido de carbono como conducir un coche de gasolina por cuatro millas.
El consumo de electricidad de los centros de datos, la IA y las criptomonedas podría alcanzar el doble de los niveles de 2022 para 2026, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). Estas tecnologías representaron aproximadamente el 2% de la demanda global de electricidad en 2022. La AIE proyecta que el sector podría necesitar entre 160 y 590 teravatios-hora adicionales de electricidad para 2026. En términos comparativos, esto es equivalente a la demanda eléctrica de Suecia o Alemania.
A pesar de estas proyecciones, la IA es solo una parte del aumento total de la demanda eléctrica, que se estima en 3.500 teravatios-hora durante el mismo período. Los vehículos eléctricos y el sector industrial serán fuentes de crecimiento mayores que los centros de datos en la Unión Europea, por ejemplo.
Algunas grandes empresas tecnológicas sugieren que la IA podría obstaculizar sus objetivos climáticos. Microsoft, que se comprometió a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero a cero para el final de la década, ha visto aumentar sus emisiones, en parte debido a la expansión de centros de datos necesarios para los productos de IA. La construcción de estos centros requiere materiales intensivos en carbono, como acero, cemento y chips.
A pesar del temor a la demanda energética de la IA, es importante recordar que este tipo de preocupación no es nueva. En 1999, se estimaba que las tecnologías de la información ya representaban hasta el 13% de la demanda de energía en EE.UU., y que los ordenadores personales y la internet podrían consumir la mitad de la capacidad de la red en una década, lo cual no ocurrió.
La demanda de energía de la IA puede parecer preocupante, pero es solo una parte de una historia más amplia. La clave está en cómo satisfacemos esa demanda. Si construimos más plantas de combustibles fósiles, habrá consecuencias negativas para el clima. Sin embargo, si utilizamos esta demanda creciente como un catalizador para aumentar el uso de energías renovables y mejorar la eficiencia de la IA, podemos limpiar la red eléctrica gradualmente, incluso mientras la IA continúa expandiéndose en nuestras vidas.
Noticia elaborada a partir del artículo original publicado en MIT Technology Review.