La inteligencia artificial (IA) continúa deslumbrando y a veces inquietando con sus avances, evidenciados por dos desarrollos recientes. Por un lado, tenemos a Claude 3 de Anthropic, aún no lanzado en España, que ha mostrado una capacidad de reflexión sorprendentemente humana. Por otro, el robot Figure 01, potenciado por la IA de OpenAI, exhibe comportamientos cada vez más cercanos a los humanos. Claude 3, en una prueba denominada “aguja en el pajar”, respondió de manera que insinuaba una posible consciencia de estar siendo evaluado, sugiriendo una sospecha sobre la veracidad de la información presentada en el test. Expertos como Margaret Mitchell y Yann LeCun debaten sobre la posibilidad de que Claude 3 posea una forma de consciencia, aunque con opiniones divididas.
Mientras tanto, Figure 01 ha demostrado habilidades notables en el reconocimiento y manipulación de objetos, así como en la comprensión y respuesta a instrucciones humanas, indicando un nivel de interacción y autonomía impresionantes. Además, el avance de la IA amenaza con revolucionar profesiones y oficios tradicionales. Ejemplos de ello incluyen a Devin, un “ingeniero de software de IA” basado en GPT-4, y Alba Renia, una presentadora virtual creada por Mediaset.
En el ámbito regulatorio, Europa ha dado un paso adelante con la aprobación de la primera ley de inteligencia artificial, estableciendo normas que entrarán en vigor en 2026, enfocadas en mitigar los riesgos y asegurar el respeto por los derechos fundamentales. Además, se anticipan innovaciones como Sora, un sistema de creación de videos hiperrealistas de OpenAI, y SIMA, un agente de IA de Google DeepMind capacitado para jugar videojuegos, demostrando la versatilidad y el potencial expansivo de la inteligencia artificial.
Información extraída del artículo original publicado en La Vanguardia.
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