El impacto de la inteligencia artificial (IA) en la industria editorial es notable y creciente. Un claro ejemplo es la historia de Chris Cowell, un programador que se aventuró a escribir libros y descubrió que su obra había sido replicada por una IA y vendida en Amazon bajo el mismo título. Este incidente no es aislado; de hecho, destaca una tendencia preocupante en el sector: la proliferación de contenidos generados por IA que compiten directamente con los creados por humanos.
En España, la adopción de la IA en el ámbito editorial no es todavía masiva, pero la preocupación es evidente. Jorge Corrales, de Cedro, resalta la falta de transparencia en el uso de obras protegidas para entrenar estas tecnologías. La cuestión de los derechos de autor es crítica, y las editoriales grandes, como Planeta y Penguin Random House, están explorando cómo la IA puede optimizar sus procesos sin comprometer la creatividad humana. Sin embargo, la resistencia persiste en editoriales más enfocadas en el valor artístico y literario, como Nórdica y Anagrama, que valoran la creación humana sobre la automatización.
Un episodio que ilustra el dilema ético y estético es la controversia en torno a la portada de un libro sobre Juana de Arco, supuestamente diseñada por IA, lo que provocó su retirada de varias librerías. Este incidente subraya la preocupación de que la IA, al carecer de una sensibilidad genuina, pueda no solo plagar sino también distorsionar el arte visual.
A nivel regulatorio, se vislumbra un movimiento hacia un modelo de “uso justo” más flexible, lo cual podría facilitar el uso legal de contenidos protegidos siempre y cuando no se cause un perjuicio económico significativo. Esta perspectiva es especialmente relevante en un contexto donde la capacidad de IA para crear contenido creativo de manera independiente está avanzando, aunque según expertos como Melanie Mitchell, aún estamos lejos de máquinas verdaderamente creativas.
El debate es intenso también en el ámbito filosófico y técnico, donde figuras como Chema Alonso de Telefónica discuten sobre el potencial y las limitaciones emocionales de la IA. El consenso general es que, aunque la IA puede realizar muchas tareas creativas, la profundidad y la emoción genuinas de las creaciones humanas son insustituibles.
En resumen, la IA está transformando el sector editorial no solo en términos de producción de contenido, sino también en los aspectos éticos y creativos de la publicación. La industria se encuentra en un punto de inflexión, debatiendo cómo equilibrar la innovación tecnológica con el respeto al legado y los derechos de los creadores humanos.
*** Información extraída del artículo original publicado en ABC
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