La Inteligencia Artificial, pese a su vasto potencial en sectores como la medicina y la agricultura, enfrenta el gran reto de operar sin incrementar las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta tecnología, que requiere intensivos recursos energéticos, debe adaptarse urgentemente para no comprometer los objetivos climáticos establecidos globalmente, proponiendo un modelo de cero emisiones netas.
El director de Global Infrastructure Advisory Services 2050, Philippe Benoit, destaca en su artículo de opinión el enorme potencial y los desafíos climáticos asociados a la Inteligencia Artificial (IA). La IA promete eficiencias en sectores tan variados como la medicina y la agricultura, pero su gran demanda energética, principalmente eléctrica, es una creciente preocupación ambiental. Según la Agencia Internacional de la Energía y otros modelos climáticos, no hay margen para nuevas emisiones si se quieren cumplir los objetivos climáticos actuales. Benoit advierte que la IA debe alcanzar emisiones netas cero para no comprometer estos objetivos. Además, destaca la creciente demanda de electricidad en EE. UU., impulsada por la IA, y la nueva inversión de Arabia Saudí en esta tecnología. El artículo sugiere que, aunque la IA puede incrementar la eficiencia y reducir emisiones en varias actividades, su implementación no gestionada podría aumentar las emisiones del sector energético. Por ello, se propone una serie de medidas para asegurar que la IA contribuya positivamente al clima, incluyendo el uso de energías renovables y políticas que integren sus impactos en las estrategias climáticas. Philippe Benoit, con una trayectoria en el Banco Mundial y la Agencia Internacional de la Energía, enfatiza la necesidad de una acción coordinada entre gobiernos y el sector privado para gestionar los retos climáticos asociados a la IA.
Texto elaborado a partir del artículo original publicado en Pressenza enlace al medio