El Fondo Monetario Internacional advierte que la IA afectará al 40% de los empleos y agravará la desigualdad. La inteligencia artificial está ligada a patrones sociales, amplificando discriminación y exclusión. Expertos señalan que la IA beneficia a los ricos, mientras que los pobres son cada vez más vulnerables.
La inteligencia artificial (IA) se está convirtiendo en una herramienta omnipresente en nuestra sociedad, con implicaciones profundas en la economía y la vida cotidiana. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), se estima que el 40% de los empleos podrían verse afectados por la IA, lo que podría agravar la desigualdad económica y social. Un ejemplo claro de los riesgos de esta tecnología se dio en los Países Bajos, donde un algoritmo defectuoso utilizado por la Agencia Tributaria llevó a la persecución injusta de 26,000 personas, forzando a miles de familias a la quiebra y al desempleo.
El uso de algoritmos para automatizar procesos está en aumento a nivel mundial, incluyendo en España. Estos sistemas, diseñados para optimizar tareas, se basan en datos históricos que reflejan los sesgos existentes en la sociedad. Esto puede resultar en decisiones discriminatorias, especialmente contra las comunidades vulnerables. Núria Vallès, del Instituto de Investigación en IA del CSIC, subraya que la IA no es una entidad separada, sino que está intrínsecamente ligada a nuestro sistema y reflejos sociales.
La profesora asociada Virgina Eubanks, en su libro “La automatización de la desigualdad”, documenta cómo la tecnología está exacerbando la exclusión de los más pobres. La IA tiende a perpetuar patrones existentes, negando a las personas la posibilidad de cambio y progreso. Ana Valdivia, investigadora del Oxford Internet Institute, alerta que la IA puede “apagar el futuro” al centrarse únicamente en el pasado.
En el ámbito laboral, la IA ha sido vista como una oportunidad para mejorar la eficiencia y la productividad. Sin embargo, estudios como el del economista Daron Acemoglu del MIT indican que la automatización ha sido responsable de hasta el 70% del aumento de la desigualdad salarial en EEUU desde 1980. Erik Brynjolfsson, de Stanford, señala que la IA puede reducir los salarios de la mayoría mientras aumenta el poder de unos pocos.
El economista y premio Nobel Joseph Stiglitz advierte que la IA podría debilitar aún más el poder de negociación de los trabajadores, exacerbando la desigualdad. Este fenómeno es particularmente preocupante en un contexto donde los recursos básicos como el agua y la energía son cada vez más disputados. La implementación de centros de datos para IA, que consumen grandes cantidades de estos recursos, resalta esta contradicción.
Para mitigar estos efectos, expertos como Valdivia abogan por una acción política decidida que tenga en cuenta a todos los sectores de la sociedad. La IA, aunque poderosa, no puede ser la única solución a problemas estructurales de desigualdad.
Noticia elaborada a partir del artículo original publicado en El Periódico