LAS OPERADORAS DE TELECOMUNICACIONES ESTÁN REDEFINIENDO ESTRATEGIAS PARA APROVECHAR EL BOOM DE LA IA GENERATIVA, BUSCANDO MONETIZAR MEJOR LAS REDES Y OPTIMIZAR SERVICIOS A TRAVÉS DE INICIATIVAS COMO OPEN GATEWAY. LA INTEGRACIÓN DE CAPACIDADES AVANZADAS DE 5G Y EL USO INTERNO DE IA PARA GESTIÓN DE REDES AUGURAN UN CAMBIO SIGNIFICATIVO EN LA INDUSTRIA.
Las operadoras de telecomunicaciones están reconfigurando sus estrategias para no quedarse atrás en la explosión del mercado de la inteligencia artificial generativa, que se proyecta crecerá desde los 40,000 millones de dólares en 2022 hasta alcanzar los 1.3 billones en 2032. Este crecimiento del 41% anual sitúa a las ‘telecos’ en una posición crítica, ya que productos como ChatGPT y Google Gemini de grandes tecnológicas como OpenAI, Google y Microsoft dependen de sus redes para llegar al consumidor final.
Históricamente, servicios como el vídeo bajo demanda y las redes sociales han utilizado estas redes sin compensar adecuadamente a las operadoras. Ahora, con la creciente demanda de IA generativa, que promete aumentar significativamente el tráfico de red, las operadoras buscan asegurarse una parte del beneficio económico generado. Las compañías como Orange y Vodafone están explorando la implementación de la iniciativa Open Gateway, que estandariza APIs permitiendo a las aplicaciones acceder a capacidades específicas de la red que pueden optimizar sus servicios.
Esta estrategia no solo busca monetizar mejor sus infraestructuras frente al crecimiento exponencial del tráfico por uso de IA generativa, sino también mejorar la calidad del servicio aprovechando las capacidades avanzadas del 5G. Estas incluyen menor latencia y mayor fiabilidad, esenciales para aplicaciones en tiempo real como las transmisiones deportivas en directo de plataformas como DAZN.
Aparte de ser intermediarias, las operadoras también se benefician directamente de la IA generativa, utilizando esta tecnología para mejorar la gestión de redes y anticipar incidencias. Este uso interno podría representar un impacto económico significativo en la industria global de telecomunicaciones, estimado entre 140,000 y 180,000 millones de dólares por McKinsey.