Prohibir a los niños usar ChatGPT no es una buena idea

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El error de muchos padres es creer que los menores utilizarán la inteligencia artificial como los adultos. Su buen uso, siempre guiado, les ayudará a una adquisición sólida del aprendizaje, a experimentar el conocimiento de una forma diferente y a estar más preparados para su futuro.

Podría ser una situación habitual en cualquier hogar en un futuro no muy lejano: un niño de 12 años tiene que hacer un trabajo de clase sobre la llegada de los romanos a España. Para ello tiene que buscar la información más adecuada, leerla, procesarla y, una vez que la haya comprendido, tendrá que sentarse a escribir. Todo este proceso implica una labor de envergadura que involucra a la comprensión lectora, la capacidad de síntesis, la redacción y la memorización, entre otras actitudes. Sin embargo, puede saltarse todo ello si recurre a consultar a ChatGPT, lee el resumen y utiliza el chatbot conversacional para copiar y pegar. La pregunta entonces sería: ¿Es bueno, responsable, que los niños usen la inteligencia artificial para hacer sus deberes?

Manuel Antonio Fernández es neuropediatra y fundador del Instituto Andaluz de Neurología Pediátrica (INANP) y considera que a la hora de entender cómo desarrollar los procesos del sistema educativo, especialmente en las primeras épocas de la vida, “deberíamos ser plenamente conscientes de cómo funciona el sistema nervioso en general, y el cerebro en particular”. Y añade: “Además, deberíamos ser capaces de comprender que su desarrollo es un proceso extremadamente complejo en el que influyen multitud de factores, cuya repercusión, tanto cualitativa como cuantitativa, va cambiando a lo largo del tiempo”.

El cerebro, a pesar de sus complejos procesos, presenta una serie de principios básicos que son fácilmente comprensibles. “El aprendizaje se basa en la repetición espaciada de experiencias de todo tipo. La ciencia nos dice que necesitamos, de media y a grandes rasgos, 21 repeticiones para conseguir asimilar un determinado concepto de forma correcta. Por ejemplo, el número de clases prácticas que incluyen los paquetes que ofrecen cuando nos vamos a sacar el carné de conducir ronda esa cifra”, explica Fernández. “Veintiuno es la cifra general que necesita nuestro sistema nervioso para crear una nueva conexión entre diferentes áreas funcionales y neuronas en nuestro cerebro”, sostiene el neuropediatra. “Y esto es básico: cuando somos capaces de asimilar un aprendizaje, de interiorizarlo, se convierte en un hábito, en algo que seremos capaces de automatizar a través de mecanismos inconscientes… Y esto favorece un funcionamiento más eficiente y de mejor calidad en las actividades de la vida diaria”, explica.

Basado en todo este razonamiento, Fernández cree que no se trata de prohibir el uso de ChatGPT a los niños, sino de saber usarlo de la forma correcta para complementar el plan educativo, dejando al cerebro realizar estos procedimientos básicos. Para él, puede ser una herramienta útil cuando se ha interiorizado previamente el aprendizaje: “Porque si el cerebro no trabaja, deja de dedicar energía, recursos y materiales al desarrollo de los circuitos y mecanismos que componen las estructuras de aprendizaje. Básicamente, se adapta a las condiciones del entorno, lo que, por desgracia, puede jugar en nuestra contra. Se atrofian nuestras capacidades”, advierte. Para este experto lo importante no es la edad de inicio en el uso de la inteligencia artificial (IA), sino la estrategia de incorporación: “Los niños pequeños pueden usar este tipo de herramientas, pero siempre bajo la supervisión directa de un adulto, incluso en la edad preescolar, trabajando de forma consciente y constructiva para aprovechar la creatividad y las posibilidades que nos ofrece”. “La pregunta aquí es si los adultos estamos preparados para ser los responsables de la implementación de estas tecnologías”, prosigue, “cuando nadie nos ha dado la información y las herramientas necesarias para ello”.

“La mayoría de profesores y padres piensan que los niños usarían el ChatGPT como lo harían ellos, es decir, para hacer trampas, cuando en realidad la IA es una herramienta superpotente de autoaprendizaje y no sustituye a la memorización”, añade Mercedes Gil Hernández, directora del colegio Montessori British en Madrid. Es más, para la también filóloga puede ayudarte, por ejemplo, con las tablas de multiplicar y se adapta a tu manera de aprender: “Con sonido, con música, con Pokémon… Diversos agentes de IA pueden adaptar el entorno de aprendizaje para hacerlo más óptimo. Por ejemplo, hay varios de idiomas que usan algoritmos basados en la neurociencia y patrones que deducen de las conversaciones con el usuario para lograr el máximo rendimiento”.

La filóloga reitera que no es una amenaza en absoluto: “La IA representa un salto en la capacidad de aprendizaje y de avance, como en su día lo fueron la imprenta e internet”. “Nosotros, los docentes, usamos la IA para comprobar nuestros aprendizajes, de forma conversacional, y nos refuerza los conocimientos que tenemos algo débiles, y nos ahorra tener que volver sobre lo que ya tiene constancia que sabemos”. Además, añade que también ayuda a niños y adolescentes a redactar de varias formas diferentes, les guía en múltiples tareas como programar o cocinar, entre otras materias: “Cuenta con aplicaciones muy diversas e interesantes para apoyar el aprendizaje. Podemos alimentar la IA con cualquier contenido”. Gil explica que, eso sí, hay que educar a la generación que la usará como herramienta: “Es una gran oportunidad”.

“Mi profesión me lleva a ser un experto en gestión estratégica en las organizaciones con las que trabajo, pero también como padre de adolescentes debo ayudarles a definir las claves que afectan a su futuro. Y la IA es una de ellas”, cuenta Alejandro San Nicolás, consultor de IA para empresas desde 2007 y profesor del máster de Finanzas de la Universidad Internacional de Valencia. San Nicolás explica que uno de los ejercicios que hace con sus hijos es imaginar cómo será el mundo en 2040 y uno de los temas recurrentes, según reconoce, es el de la IA y cómo va a impactar en su realidad diaria en el futuro: “He de decir que como progenitor, docente y experto, la primera decisión que hay que tomar es cuánto esfuerzo vamos a invertir en negar la realidad de que el proceso es imparable. No es una moda pasajera”, sostiene.

Para él, la IA es el fenómeno social que más rápida adopción ha tenido de la historia: “Ha sido más rápido que internet, que la web, que el correo electrónico”. “Por lo que el debate está zanjado desde mi punto de vista. Vivir de espaldas a la realidad no será positivo ni para nuestra generación ni para la de nuestros hijos”, asegura. San Nicolás sostiene que esta es una herramienta superpotente que permitirá que los menores sean más eficientes y trabajen con un conocimiento más sólido, logrando sus objetivos de una manera más eficaz: “Es importante que entendamos que ayudar con esto o con cualquier herramienta de IA les permitirá ser más competitivos y estar más preparados para la sociedad del futuro”.

Noticia elaborada a partir del artículo original publicado en El País

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