El tecnofeudalismo define el actual vasallaje digital a grandes corporaciones que operan al margen de los estados. Meta, que engloba Facebook, WhatsApp e Instagram, enfrenta restricciones legales para usar la información generada por sus usuarios en el entrenamiento de su IA, destacando la tensión entre privacidad y monetización.
El término “tecnofeudalismo” describe acertadamente la relación actual entre usuarios y grandes corporaciones tecnológicas. Estas empresas, como Meta, recolectan datos personales como un diezmo moderno, operando al margen o incluso por encima de los estados. Meta, que abarca Facebook, WhatsApp e Instagram, ha encontrado barreras legales que le impiden usar la información generada por sus usuarios para entrenar sus algoritmos de inteligencia artificial.
Recientemente, Meta comunicó un cambio en su política de privacidad, invitando a los usuarios a negar el acceso a sus datos. Sin embargo, este comunicado parece más una obligación legal que un verdadero esfuerzo por informar. La empresa argumenta que estas restricciones frenarían la innovación europea, pero este razonamiento oculta el hecho de que los datos son el petróleo del siglo XXI. Meta ha enfrentado varios escándalos por comerciar con la privacidad de sus usuarios, superando frecuentemente los límites permitidos por la ley europea.
La situación evidencia el deseo de estas grandes corporaciones de continuar recolectando datos sin restricciones, comparando su actitud con la de un señor feudal que insiste en recolectar su diezmo. El debate se centra en la tensión entre la necesidad de proteger la privacidad de los usuarios y el impulso de las empresas por monetizar cada aspecto de la vida digital.
Este conflicto subraya la importancia de establecer y respetar límites en el uso de la inteligencia artificial y los datos personales. A medida que la tecnología avanza, la legislación y la vigilancia deben mantenerse al día para asegurar que los derechos de los usuarios no sean vulnerados en nombre de la innovación y el beneficio económico.
Noticia elaborada a partir del artículo original publicado en La Voz de Galicia